La Peregrinación



Tradicionalmente la Hospitalidad de Santander peregrina la semana de Pascua, aunque cada año corresponde con unos días diferentes se encuentran entre finales de marzo y finales de abril.

Partimos el lunes, a primera hora de la mañana, en 14 autobuses que tras un par de paradas nos llevan hasta Lourdes. Una vez instalados en nuestros lugares de residencia, y tras la cena, tenemos un primer encuentro centrado en el tema pastoral del año que nos es presentado por nuestro consiliario con un montaje audiovisual. El día, cansado por el viaje llega a su fin y el merecido descanso nos espera.

Cuando nos levantamos, el martes, todavía es de noche, a las 6:30 la oración reúne a los hospitalarios en el hall del hospital, después comienza nuestro servicio levantando a los enfermos y discapacitados, ayudándoles en el aseo, acompañándoles en el desayuno y haciendo las camas y la limpieza de habitaciones. Esto será igual todos los días. 
Pero hoy nos espera la “Señora” en la Gruta. La Peregrinación se va a  presentar ante la Virgen con la celebración de la Eucaristía que, habitualmente, preside nuestro Obispo, finalizada la misma tiene lugar uno de los momentos más emocionantes para todos: el paso por la Gruta.
La mañana ha terminado, la comida y un tiempo de descanso (para unos más que para otros), nos lleva a la Celebración de la Procesión con el Santísimo. Hoy nos toca presidir y organizar a nosotros, y no siempre es fácil.
Acabada la Procesión la foto de grupo, si el tiempo no lo impide, para poder decir “yo estuve allí”. El regreso al Accuille y la cena marca el final de una jornada llena de vida. Ahora, unos antes y otros después, dependiendo de las ganas de juerga nos vamos a descansar… aunque algunos tendrán que hacer un servicio especial, la guardia de noche.
El miércoles participamos en la Misa Internacional junto con las otras peregrinaciones presentes en Lourdes. En ocasiones la Basílica subterránea se queda pequeña para acoger a tanto peregrino. La tarde está marcada por el baño en las “piscinas” para aquellos que lo deseen y la fiesta. Sí, la fiesta, no todo es rezar y trabajar, también hay tiempo para el relax, un tiempo de convivencia y disfrute con las actuaciones que algunos voluntarios preparan. Tras la cena, y si el tiempo nos lo permite participamos en la Procesión del Rosario (antorchas).
El jueves, ya el cansancio empieza a pesar, vamos a celebrar un acto importante para la Hospitalidad y todos sus miembros, la consagración de los nuevos hospitalarios (tras realizar tres peregrinaciones el hospitalario puede pedir realizar un compromiso más profundo con la “Hospi”, esto no es obligatorio y cada uno debe actuar en conciencia). Y tras esos momentos tan emocionantes vamos a celebrarlo, ¿cómo? Con un paseo por el pueblo, todos juntos, con tiempo para tomar algo, hacer compras o simplemente charlar.
Por la tarde, al igual que el martes, participamos en la Procesión del Santísimo y tras el recogimiento propio de la misma siempre queda un rato de asueto para cantar y bailar con nuestros amigos de HCPT.
Viernes. Por fin a casa, pero… que pena dejar este paraíso. Antes de partir hay que dejarlo todo en el hospital en perfecto estado de revista, detrás de nosotros vendrá otra peregrinación y tiene que encontrarlo todo en perfecto estado. Hacer camas, barrer, fregar, limpiar, cargar maletas… es trabajo para todos los hospitalarios sin distinción de sexo o edad. Luego la misa de despedida y la última visita a la gruta, las velas, el agua… Regreso a casa con la esperanza de poder volver el año próximo.
Quizás he olvidado alguna cosa, no podemos dedicar más espacio a este apartado, sobre todo los pequeños detalles que son muy importantes pero si quieres saber más anímate a participar en nuestra próxima peregrinación, seguro que repites.